Esta casita fue una de mis primeras adquisiciones.
En un principio lo que era la tienda ocupaba sólo el primer piso, el segundo y el ático lo destiné a la vivienda de la propietaria de dicha tienda.
Constaba de una gran cocina, cuarto de estar, dormitorio y un pequeño taller de arreglos de costura.
Con esta casa comencé mis primeros pasos en la costura » mini «. Realice corsés, sombreros, ropa interior, vestidos, bolsos, sombrillas…
Realice también un montón de perfumes con abalorios, collares, zapatos…
Me sumergí en el mundo de la moda de finales de la época Victoriana, con encajes, bordados, cintas y lazos, y la verdad disfruté mucho haciéndolo, ya que todo esto era nuevo para mi.
Aparte del hilo y la aguja descubrí también los pegamentos para tela, que son de gran ayuda, sobretodo para estas cosas tan pequeñas.
Con el tiempo la tienda quedó terminada, lo mismo que el resto de la casa, pero nunca llegó a convencerme del todo, la encontraba demasiado oscura, le faltaba luz.
Durante años la mantuve así, hasta que hace un par de veranos decidí reformarla.
La vacié entera, dejé los tres pisos diáfanos y la replanteé de nuevo.
Decidí que la tienda ocupara los dos primeros pisos, y en el ático pondría un taller de costura con zona de mercería y complementos.
La fachada la mantuve igual, pintada en color vainilla con el tejado en rojo. La zona de escaparates y puerta en verde y el rotulo con el nombre de la tienda también en rojo con letras doradas.
La tienda la situé en una ciudad inglesa, y sería exclusivamente para damas.
El primer piso fue el que mas remodelé. Realicé un probador y una escalera de acceso al segundo piso antes inexistente.
Aproveché algunos de los muebles y también añadí otros nuevos, eso si, los cambié de color, los repinté todos en un color marfil, casi blanco, y ahora la tienda parecía otra cosa, tenía claridad.
Mantuve el papel de las paredes y los suelos en las tres plantas, ya que me complicaba mucho cambiarlo y no me disgustaban.
Toda la carpintería que antes iba en color madera oscura la pinte de blanco, exceptuando la escalera que sube al ático, a la cual la puse una alfombra para que no resultara tan rustica.
La iluminación tampoco la toqué, es más, le añadí alguna lámpara como la del probador y la escalera.
Las cortinas de los dos últimos pisos siguieron siendo las mismas, cambiando sólo los escaparates.
Intenté crear una tienda más femenina, no tan sobrecargada, y creo, o por lo menos a mi me lo parece que ha mejorado bastante.
Pequecasitas 1/12 
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